Station: [1] EL DESCUBRIMIENTO DEL CAFÉ


Son muchas las leyendas que cuentan cómo se descubrió el café. Esta trata sobre cabras y monjes. En las tierras altas de Etiopía, en la provincia de Kaffa, un cabrero fue a lamentarse a los monjes locales de que sus animales no querían descansar. 

Los monjes se hicieron a la búsqueda del motivo y hallaron una planta de color verde oscuro con frutos verdes, amarillos y rojos en el lugar donde pastaban los animales. 

¿Podrían estos frutos ser los responsables del extraño comportamiento de las cabras? 

Los monjes sintieron curiosidad y probaron aquellos frutos parecidos a las cerezas. 

Al poco tiempo, los monjes notaron que tras ingerir el fruto, necesitaban dormir menos y podían rezar durante más tiempo. Así se descubrió el efecto estimulante del café.

Aquí, en el museo, puede ver plantas de café artificiales. En el fruto suele haber dos semillas con la parte plana cara a cara, formando el denominado grano de café. Estos granos verdes aún no tienen aroma a café, sino que su sabor se asemeja más al cereal. Los hallazgos arqueológicos indican que los granos de café verde se trituraban, se mezclaban con grasa y se secaban hace ya 2000 años. ¿Quizás el café fue la primera barrita energética?

Plakat Kaffeepflanze La primera mención escrita del café se remonta al siglo XI, cuando el médico persa Ibn-Sina (latinizado como Avicena) lo señala como remedio. 

Pero el camino desde el remedio hasta el actual alimento de culto es largo, porque solo el proceso de tueste origina los numerosos aromas del café que hacen que su olor y sabor sean únicos. 

En la alfombra oriental puede ver varias herramientas utilizadas para el tueste: una sartén con cuchara, un mortero, ollas de agua y calderas. Pero cómo se descubrió el arte de tostar el café es algo que no se conoce con seguridad.

 

Una leyenda cuenta que a un árbol le cayó un rayo y que olía bien mientras ardía en el fuego. 

Pero también existe la historia de unos clérigos que pensaban que las semillas verdes eran "cosas del diablo" y, por tanto, las arrojaban al fuego, llegando a descubrir el olor de los granos tostados.

O quizás fueron personas sentadas alrededor de una hoguera, que comían sus frutos maduros y dulces, escupiendo los granos al fuego hasta percatarse, de repente, del inconfundible aroma del café tostado.

Al igual que hace 2000 años, en Etiopía se siguen comiendo los frutos y bebiendo en infusión las hojas de su planta, el cafeto.

Foto: © Kaffeemuseum Burg